jueves, 9 de diciembre de 2010

La erupción del vesubio







El 5 de febrero del 62 a.C. un gran terremoto sacudió la bahía de Nápoles, causando grandes daños en toda la bahía, y en especial en Pompeya. Otro terremoto tuvo lugar en el año 64, mientras Nerón estaba recitando su primera canción en público en el teatro romano de Nápoles. Se dice que el emperador continuó cantando durante el temblor hasta que terminó la canción y que poco después de ser evacuado el teatro, éste se derrumbó. Los romanos se acostumbraron a las sacudidas, pero el 20 de agosto del 79 comenzó la advertencia. En esta fecha comenzaron a producirse pequeños terremotos cuya frecuencia fue aumentando durante los cuatro días siguientes. Pero los romanos no comprendían la advertencia pues en latín no existía el término volcán, por lo que llegó el día 24, fecha de Vulcanalia, el festival del dios romano del fuego.

 

Debajo de las cenizas permanecieron los restos de toda aquella catástrofe: las personas, las casas, los objetos, incluso los resto de comida de aquel día... hasta ser descubiertos siglos más tarde. Ellos nos dieron un sinfín de datos sobre la vida cotidiana en la Antigua Roma.




Han sido recuperados unos 1.150 restos de cuerpos en Pompeya, en Herculano se han hallado restos de unos 350 cuerpos . Sin embargo, estos números podrían ser sólo un pequeño indicador de la enorme cifra total de muertes que hubo en la región afectada por la erupción. El 38% de los encontrados en Pompeya estaban dentro de las vivendas, por lo que se cree que murieron por el derrumbe de los tejados. El otro 62% murio por una combinación de asfixia por la inhalación de la ceniza, la onda expansiva y los escombros proyectados alrededor del volcán. Herculano, en cambio, no sufrió las oleadas piroclásticas pero quedó sepultada bajo 23 metros de rocas. 
Por la descripción que nos dejó Plinio el Joven la ceniza comenzó a caer en espesísimas capas tapando el sol  con la nube que se levantó desde el volcán, sumiendo toda la zona en la oscuridad. Una amiga de su tío, Plinio el viejo, les hizo llegar una carta implorando que fueran a su rescate, a lo que Plinio el Viejo accedió. Cuando llegó a la costa desembarcó y decidieron esperar hasta que el mar se tranquilizase, pero el olor a azufre hizo que todos huyeran, dejando a Plinio solo en la costa. Cuando regresó la luz, tres días después de la erupción, encontraron su cuerpo en la playa como el de una persona que está descansando.

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